En el vibrante universo del fútbol, donde cada gambeta es un sueño y cada gol una conquista, la historia de Jazmín Sandroni Odiaga se erige como un testimonio de pura pasión y tenacidad. Con solo 10 años, esta joven mackenenses encarna el espíritu inquebrantable de quienes aman el balompié, superando obstáculos con la misma habilidad con la que domina la pelota.
Desde sus primeros pasos, Jazmín dejó claro que el fútbol corría por sus venas. Con Lionel Messi como su ídolo incondicional, sus recuerdos de infancia la encuentran pateando la pelota incansablemente con su hermano y su papá. Para ella, levantarse cada mañana y lo primero que hacía era agarrar la pelota; un ritual que sellaba su amor por el deporte.
Su aventura futbolística comenzó a los 5 años en la escuelita de San Martín. Allí, bajo la guía de los profesores Mauri y Huguito, Jazmín aprendió los fundamentos del juego. Con el tiempo, su talento la llevó a participar en encuentros mixtos locales. Sin embargo, un día se encontró con una barrera inesperada: no pudo seguir jugando porque ya no aceptaban más niñas en la categoría. Aunque probó suerte en el hockey, su corazón siempre la llevó de vuelta al fútbol, su verdadero amor.
Determinada a seguir su pasión, Jazmín se sumó a Cebollitas. Poco después, San Martín reabrió sus puertas al fútbol femenino, con la profesora Micaela Centeno al mando. Pero, nuevamente, el equipo se desarmó, dejando a Jazmín en la búsqueda de un nuevo hogar futbolístico.
El destino le sonrió el año pasado, cuando el profesor Fernando Abbona de ACEFIC la invitó a unirse a un partido mixto. Ese encuentro fue la semilla que germinó en algo mucho más grande: la creación de la escuelita de fútbol femenino de ACEFIC.
Hoy, Jazmín brilla en ACEFIC, en la categoría Sub-12, consolidándose como una talentosa centrodelantera. Bajo la dirección técnica de Liliana Nieto y Gustavo, Jazmín demuestra en cada entrenamiento y partido sus impresionantes habilidades. Su entrenadora la describe como una centrodelantera con un gran talento, pero lo que realmente la distingue es su inquebrantable cualidad de apoyar al equipo, convirtiéndola en una pieza fundamental dentro y fuera de la cancha.
La historia de Jazmín Sandroni Odiaga es un claro ejemplo de que la pasión no conoce límites y que la resiliencia es clave para alcanzar los sueños. Sin duda, es una de las jóvenes promesas que marcan el futuro del fútbol femenino en Río Cuarto.
Redacción: Pablo Andres